lunes, 5 de marzo de 2018

Arte y artista

La determinación para con la sociedad es directamente proporcional con el grado de recibimiento por parte de aquellos espectadores en forma de butacas vacías que consumen impulsivamente lo que sale a la palestra, excepcionando aquellos intrépidos buscadores de nuevos talentos, que se adentran a conceptos primos del arte, valores estratosféricos y ninguneados por ser demasiado complejos. Demasiado “poco comerciales”, que es así, comercial, cómo debería ser para ser apreciado. Muy de vez en cuando tiene éxito aquello que se desmarca de las reglas, aquello que sobresale por su intelecto o por su espontaneidad, o porque provoca en la sociedad una reacción completamente contrapuesta a la imaginada, aceptándose en su seno como si fueran capaces de cambiar la idea original que lo creó todo. Pero realmente, éste es el mundo del arte hoy en día. (…) Cosas extrañas salen a la luz y acaban adaptándose éstas a las exigencias del mundo. Y aún creyéndose revolucionarias y transgresoras, acaban pasando por el mismo arco de seguridad, donde se pulen modales y formas, para así seguir con la paz anhelada tan utópica como surrealista. 

Por eso, decimos que pocas cosas cambian el destino de la sociedad. La forma oscura y a la vez melancólica con la que escribía Baudelaire, las historias de terror narradas por Poe y la manera de plasmarlas en la gran pantalla de Hitchcock, Mary Shelley y su monstruo de Frankenstein. La oscuridad es lo único que la sociedad es capaz de aceptar para acostumbrarse a ella, pues de entre las sombras que nos rodean, miles de interrogantes surgen cuales fuegos artificiales. Monstruos incomprendidos que han debido su existencia en los confines mas miserables de la sociedad y que al fin ven saciada su afán de protagonismo, que no se reporta en otra forma que a la exposición cruel y tergiversada de lo que sigue siendo “la moda”. Consumimos aquello que se nos ofrece sin rechistar, y aún creyendo que están tintadas las intenciones de revolución y progreso, realmente es la misma mierda adornada con un lazo rosa, suficiente a veces para que la gente obvie su olor y su estado casi vomitivo de plagio. 


Arte y artista, dos palabras que al parecer hoy en día van de la mano, pero que realmente visten y calzan de pies distintos. Arte es la pieza, la obra, aquello que se valora. Artista es el creador, quienes a veces optan por el arte, y otros por diversos lares que se hallan a años luz de considerarse arte. Calificamos como artista y como arte hoy en día de una manera completamente secular, plagada de reproches, cánones y estereotipos. Solamente los que se amoldan a aquella ideas tan desfasadas como defendidas a día de hoy son los que verán un futuro en el que se reconocerá el nombre, pero no la obra. Dejan a un lugar el pasado, el camino labrado y las cotas alcanzadas, para así ser simples bustos expuestos en libros de textos, a veces algunos solamente por algunas frases. Ser o no ser o En un lugar de la mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme. ¿A esa deriva se dirige toda aquella persona que quiere ser reconocida como artista? ¿Compensa que a una persona dedicada en cuerpo y alma a la expresión de sus miedos, sus sentimientos, sus pesares, sea catalogada en un crucifijo pagano para luego ser expuesta como trofeo de caza? A veces sigue siendo mas sensato optar por la no repercusión, sin dejar de perder la esencia que nos convierte a cada uno de nosotros en seres opuestos a los demás. Aquello que se consagrar con años de sufrimiento, martirio, y unas ideas claras sobre el devenir de la corriente.   

Miradas vacías

Cada cual enfoca su vida desde una perspectiva u otra, lo que nos convierte a todos en una realidad, con muchísimos matices, con infinidad ...