Los moralistas son los que tienen mas posibilidades de caer en la ambigüedad y, con ella, conducir sus argumentos hacia el error. No posicionarse, es decir, ir predicando lo que es “moralmente correcto” provoca cánones de conducta y pensamiento que no pueden adaptarse a la realidad. Simplemente, fijan objetivos utópicos como correctos y, dado que ni ellos pueden lograrlos, ni siquiera seguirlos, se convierten automáticamente en hipócritas de mucho cuidado que es mejor tenerlos alejados. Demagogos, también es hacen llamar, aquellos que dado su estatus creen poder convencer a todo el mundo con su dialéctica mas que entrenada en campos de batalla de debate. Exponerlos al mundo, demostrar que dichas habilidades no son mas que simples tácticas burdas, nos llevará a vernos situados en el centro justo de sus dianas, blanco fácil para ser derrotados en una disputa sin sentido alguno.
viernes, 15 de septiembre de 2017
Miradas vacías
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