sábado, 17 de octubre de 2015

Soñando cada vez mas alto

Las mañanas siguen siendo mañanas y las noches, predecesoras de la oscuridad absoluta, nos saluda desde el ocaso, vencedora en su campo de batalla. La felicidad relativa sigue oscureciendo nuestro día y la paz se ve perturbada cada vez que alguien desconocido toca la puerta de nuestra zona de confort. Desconocemos aquello que en algún momento fue conocido y desechamos ideas remotas que en momentos mejores eran grandiosas. Nuestro estado de ánimo determinará la grandeza de nuestra proezas. Rescatando algo que escribí hace tiempo:

La repetición excesiva de algunos conceptos puede calar hondo en la mente de algunas personas. Repetir mil veces “eres un perdedor” sin que esto sea cierto, puede llevar a esa persona a la aceptación y a una futura incorporación a su carta de presentación personal”

Dicha cita aún sigue asomándose encima de una estantería y, cada mañana, cuando abro los ojos, veo el mismo papel. No importa que vuelva a leerlo por enésima vez seguida porque sé exactamente lo que dice. Ese trozo de papel que se asoma me ayuda a intentar ser mejor persona, que no es lo mismo que ser imbécil. El documento en si es mucho mas largo. Lo titulé “los 31 de febrero nunca han existido” y fue aquella pequeña parte de mi que empezó a coger forma. Entre la montaña de hojas, de la que hablé en el primer post, existen ideas que esperan ser desarrolladas, hojas enteras dedicadas a pensar y a planear. Pero nada mas lejos de la realidad, algunas son realmente interesantes para mi.

Mi andanzas literarias empezaron analizando y devorando los libros de Carlos Ruiz Zafón, mi inspiración. Su narrativa al igual que sus historias me cautivaron a los diez años y, lo que empezaba siendo un reto con mi hermana, acabó por enamorarme perdidamente de sus personajes. Un momento histórico para mi desconocido pero la esencia del cual él consiguió transmitirme a la perfección. El pesar y el hambre se sucedían mientras un fantasma perseguía a un joven que aspiraba a ser como su padre. Sus historias me ayudaron mas a entender la etapa de juventud que vivieron mis abuelas. Mi próximo paso, a los trece años, fue Ken Follet. Harto de que la gente me recomendara “Los pilares de la tierra” como un libro que leer antes de morir, me compré una versión muy sencilla. En dos meses, mi joven mente acabó aquel clásico de la literatura moderna. Capté muchos detalles pero comprendí la plenitud de la obra mas adelante, cuando decidí volver a leerla por pura intriga. Posteriormente, J.K Rowling y su venerado (por mi parte, al menos) Harry Potter ocupó un sitio privilegiado en mi estantería. Dan Brown, Matilde Asensi, Katherine Neville, clásicos como Moby Dick de Herman Melville, Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle, los relatos de Edgar Alan Poe, la leida infinidad de veces Hamlet y Romeo y Julieta de William Shakesperare. Desde Carlos Ruiz Zafón (del que me he comprado todas las obras para volverlas a leer, dado que algunas se han perdido en uno de tantos préstamos, causado por mi recomendación) , mi estantería se ha ido llenando de las obras que realmente han sido trascendentes en mi vida.

Actualmente, comparten espacio por mis otras tres pasiones: el cine, la música y la escritura. Todas se complementan a la perfección, hasta el punto de estar mirando ahora mismo la primera entrega de Harry Potter (y la Piedra Filosofal), mientras escucho Unorthodox Jukebox de Bruno Mars y escribo este post, con El ocho de Katherine Neville justo al lado, intrigado por las próximas páginas. Con esto quiero advertir a todo el mundo que si algo realmente te gusta, puedes complementarlo perfectamente con tus “obligaciones diarias”. Siempre encontraremos tiempo para hacer lo que realmente nos gusta. Y para despedirme:


Mas allá de los confines de la verdad, existe el miedo y la oscuridad. Mas allá, la paz”

Miradas vacías

Cada cual enfoca su vida desde una perspectiva u otra, lo que nos convierte a todos en una realidad, con muchísimos matices, con infinidad ...