martes, 19 de septiembre de 2017

Dolor

De los peores dolores que puede sufrir una persona es aquel que no puede ser consoldao, ya que solamente mediante el tiempo podrá llegar a ser sanado. Es un dolor profundo, insaciable de tristeza e impotencia, pues nada se puede hacer para cambiar el curso del destino. La hemorragia, latiendo sangre caliente, que nos recuerda de vez en cuando lo que pasó, acabará cicatrizando y convirtiéndose en una de tantas heridas, ya dormitada, nos recordará lo que un día fue dolor y tristeza, pero que acabó remitiendo hasta convertirse en un simple murmuro del pasado, uno mas que se agolpan en nuestra memoria. 

Los dolores que atormentan a nuestra alma, aquellos que para el todo son insignificantes pero para nosotros abarcan el mundo entero, aquellos que para el mundo son irrevocable pero para nosotros solamente son una piedra mas en el camino, son aquellos que marcan la dirección de nuestras huellas. Algunas se atreverán a adentrarse en el oscuro presagio del mañana. Otras, en cambio, simplemente se evaporarán, volviendo a deshacer los pasos que nos han llevado en aquel justo y desdichado punto. No podemos revocar aquello que nos duele, pero si entenderlo, entender que por muy desesperados que estemos, nada lo podrá calmar que no sea su verdadera medicina. A veces serán las lágrimas, otras el tiempo. Pero mas allá del infinito y caótico destino, existe la fuerza de seguir peleando por conseguir lo que uno cree que puede llegar a hacerle feliz. Extraigamos la esencia y continuemos luchando. Sigamos viviendo. 


Miradas vacías

Cada cual enfoca su vida desde una perspectiva u otra, lo que nos convierte a todos en una realidad, con muchísimos matices, con infinidad ...